Menu

jueves, 27 de octubre de 2016

«Sarna con gusto», de César Pérez Gellida. Reseña.

Eso no se hace, César, no me jodas, vaya forma de putear al inspector Ramiro Sancho. O sea que el tío vuelve al tajo después de una suspensión de seis meses por insubordinación y, en plenas fiestas patronales de la ciudad, en vez de dejarle descansar y hacer que se vaya de vinos y tapas, le pones al frente de la investigación del secuestro de una menor. Hay que tener mala leche, van y secuestran a una pija, hija de un concejal y nieta de un superempresario y no hay otro más apropiado que Ramiro Sancho para solucionar el marrón.

Eres un borde, César, porque tú ya sabes que el secuestro pinta muy mal y los secuestradores son muy chungos, más chungos que una raya de chinchetas y al pobre Ramiro le puede volver a caer la del pulpo.

Además, para acabar de joder al poli vas y le montas una trama paralela con unos sicarios esotéricos que se lo quieren cargar y a todo esto le añades un viejo amigo alcohólico que se refugia en su casa para pasar el mono, que Sancho ya no sabe adonde acudir, Cesar, joder.

Y luego estamos nosotros, César, los lectores, que también nos puteas a conciencia porque las escenas que montas son tan creíbles que o nos acongojan o nos acojonan, que acabo de empezar «Cuchillo de palo» y estoy en las mismas, en un continuo sinvivir, aunque no me queda otra que seguir leyéndote, coño.

Eso no se hace, Cesar, no me jodas.