martes, 18 de agosto de 2015

En pocas palabras (I)

Calor.
Luna de agosto, calma tórrida. Abrasa el exterior, arde el interior. Hay un incendio en la oscuridad.
La mujer madura le dice al joven:
—Te he dejado entrar y no he debido. Es de noche, estoy sola y no te conozco, ¿qué me vas a hacer?
—Te voy a besar y te voy a robar.
—Harás mal, muchacho: lo primero está bien, lo segundo no.
—Te voy a robar el corazón.
—Eso está mejor, ¿pero qué me pedirás a cambio?
—Un vaso de agua fresca para esta calor canalla de agosto que me atenaza la garganta con deseos urgentes.
Arde la noche, los gatos gimen cópulas desesperadas. Calma chicha. La piel suda. Los cuerpos se quejan en el combate. El joven bebe, la mujer suspira. Los putos grillos, por una maldita vez, callan.

«Te quiero porque me das de comer», de David Llorente

Acabo de terminar de leer una de esas perlas literarias de rara belleza que te sorprenden, entre otras cosas, por su originalidad. No tenía noticia alguna de David Llorente y este primer contacto con su modo de hacer me ha impresionado muy gratamente.
Esta novela hace muchos meses que se publicó, pero he de decir que no suelo ser lector de novedades. Prefiero dejar pasar un tiempo prudencial desde la fecha de publicación de los libros, al menos hasta que el ruido mediático baje unos cuantos decibelios.



Al principio no es un libro fácil de leer: no hay párrafos, las diferentes historias de la trama, que son muchas, se separan en cada capítulo con un punto y seguido y las pausas con comas o con dos puntos. Pero a medida que se avanza en la lectura, el cerebro se acostumbra y pone orden en este aparente caos gramatical. Tanto es así, que las historias de los variopintos personajes del barrio de Carabanchel te atrapan sin piedad y no puedes dejar leer.
Te quiero porque me das de comer es una novela negra original y rompedora, un contundente experimento literario que no dejará indiferente a nadie que se atreva a leerlo.