Y la lluvia cae sobre la gente carcomiéndoles la piel y trepanándoles el alma.
Cuando no acostumbrarte a lo que te rodea significa morir.
Y te dices a ti mismo, «cuánta puta y yo tan viejo».
Cuando te vienen a la cabeza frases brillantes de Bukowski.
Y tu Pepito Grillo es «Madrid frontera», de David Llorente.
Cuando los borrachos y prostitutas trafican con sentimientos muertos.
Y el silencio es tan espeso como una porción de tristeza adulterada.
Cuando cada día amanece con un sol más sucio que el anterior.
Y te da cada vez menos pereza morirte.
Cuando la música es una mezcla de aullidos nihilistas que sugieren sueños esquizofrenico-paranoides.
Y en las paredes de un chabolo puede estar escrito tu futuro.
Entonces, inapelablemente, estás viviendo en «Madrid prisión», de Paco Gómez Escribano.