jueves, 24 de enero de 2019

Pamplona Negra 2019. Crónica. Día 2.

Miércoles, 23 de enero.

Hay una zona oculta del Pamplona Negra, apartada de las multitudes, situada en los sótanos más recónditos de Baluarte, en la que sólo pueden entrar unos pocos elegidos con voluntad de aprender. Estoy hablando del taller de novela negra de Toni Hill y el de criminología de José Otín. Dos maestros en lo suyo a un precio de risa. Yo no voy a estos cursos porque, a mis años, tengo el disco duro lleno, muy duro y ya no se me graba nada, pero vosotros, los jóvenes, deberíais aprovechar la oportunidad, que luego desperdiciáis vuestras miserables vidas en drogas y marikondos.

Despunta una nueva jornada y sigue lloviendo en Mordor. Ojo, que lo de Mordor no me lo he inventado yo, que lo dicen los mismos pamplonáutas. Segundo día del Pamplona Negra y estoy hecho unos zorros. Entre todas me vais a quitar la vida. Son las seis de la tarde y el chuletón que me zampé hace unas horas se me escapa por las uñas de los pies. Apenas me quedan fuerzas para enfrentarme a la mesa redonda de estos tres pájaros de cuenta: Agustín Martínez, Carlos Quilez y Carlos Augusto Casas. Durante la mesa «Periodismo y ficción», moderada por Carlos Ollo Razquin se oyen cosas como: «…el periodismo se queda en la superficie, la novela negra puede profundizar…», «…el periodismo ha olvidado que la información es lo más importante…» o «…ahora, más que nunca, de un periódico sólo te puedes creer dos cosas: el precio y la fecha…» Se me hace muy corta la hora con estos tipos.

Termina la mesa y de nuevo la pausa es demasiado breve para llevarse algo a la boca. Abro en el iPad «A la luz del vino», de Carlos Ollo y acaricio el racimo de uvas de la portada. Me lamo los dedos por si…, ni de coña. Mis dedos sólo saben a bits en forma de uva, pero bits al fin y a la postre. ¿Postre? ¿He dicho postre?. Sé lo que estáis pensando y probablemente acertaréis, y ahora que no nos oye Susana Rodríguez, os diré que yo vengo a Pamplona a comer bien, lo del festival tiene su aliciente, pero donde esté un buen chuletón…

En la siguiente mesa, «El crimen a escena», Laura Pérez de Larraya nos presenta a Daniel Torregrosa , que con su entretenida y didáctica charla «Arsénico sin compasión» nos habla de arsénico, cianuro, estricnina, talio, ricino, polonio y otras sustancias que te llevan al más pallá. Yo no sé si aceptaría una invitación a comer a casa de este murciano buen conversador, simpático y socarrón…  

Con el estómago más vacío que la cabeza de algunos políticos me meto en el cine a ver «Ascensor para el cadalso», de Louis Malle.

«La música seguirá sonando, pero nosotros ya estaremos muertos».

Ya fuera de programa, me voy de cañas y cena con algunos escritores, blogueros y otros animalicos nocturnos de mal vivir. No ha estado mal el día.