sábado, 29 de junio de 2019

VII ENCUENTRO BRUMA NEGRA. Crónica del viernes, 28 de junio.

Está noche me he peleado con la almohada y al levantarme y mirarme en el espejo, he visto una versión geriátrica del Pájaro Loco después de meter el pico en un enchufe. Una hora de secador después y habiendo conseguido una apariencia vagamente humana, desayuno a base de pintxos para quitarme el sofoco. Yo es que soy muy sentido.

Hago el precalentamiento festivalero de rigor: paseo por la ría, muelle, bahía y un poco de la senda que sube hasta el faro. Empieza a hacer un calor del carajo y me refugio en la sombra de un chiringuito playero con un Kas helado, que tampoco es cuestión de estar padeciendo con el cambio climático a todas horas.

Durante la comida, conozco por fin al gran Andreu Martín. No soy muy mitómano, pero este hombre acojona porque es un pozo sin fondo de anécdotas y sabiduría literaria.

No me da tiempo a echarme la siesta, mal rollo, yo sin siesta no soy nadie.

Me acerco al Goñi Portal y le echo un vistazo a la segunda parte de la exposición de portadas de novela negra «Novelas negras para la historia». La exposición está diseñada y maqueada por el amigo Josevi Blender. Se me va el santo por los cerros de Alcorcón y oigo la voces de Juan Mari Barasorda y Ricardo Bosque que, desde el piso de arriba, anuncian el comienzo del festival. Subo a toda leche las escaleras a tiempo de oír las palabras de Elisabet Uribarri, alcaldesa de Plentzia.



Y sin más preámbulos comienza el baile. La banda ataca con havy metal. En la primera mesa, «Nobela beltza uno», están Carlos Egía, Elena Fernández, Adrián Martín Ceregido y Salvador Robles Miras, moderados por Elena Sierra. Nos hablan de sus novelas más recientes. Cuatro puntos de vista diferentes de acercarse al género. 
Suenan los nombres de Henning Mankell, Fred Vargas, Agatha Christie y Dennis Lehane entre sus autores favoritos.


Durante el descanso me reencuentro con viejas amigas. A una de ellas le suelto un rollo sobre cámaras réflex y cámaras de teléfono. Me mira, comprensiva, como diciendo: «Pobre hombre, cómo se echan a perder las cabezas con la edad». Acto seguido se pone en plan maternal o fraternal, que no distingo muy bien la sutileza, y me dice que tenga paciencia con lo mío.


La segunda y última mesa de la tarde se titula «Novela beltza dos» y la forman Juan Infante, Laura Balagué, Alex Oviedo y Javier Sagastiberri, conducidos por Noemí Pastor. Los cuatro escritores tienen en común que sus protagonistas son miembros de la Ertzaintza. Sale a relucir el asunto ETA y mientras unos lo tocan tangencialmente en sus novelas, otros se lanzan directamente a la piscina e invitan a reflexionar sobre esa etapa de la historia de Euskadi. El publico hace muchas preguntas, pregunto hasta yo, que no soy nada preguntón y más tímido que el copón. Perdón por el pareado.

Antes de acostarme no me resisto a darme un garbeo por el muelle y la bahía. Esta noche no hay bruma. Mal asunto. ¿Estará afectando el cambio climático al festival?

Mañana más.

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