miércoles, 6 de marzo de 2019

«Donde siempre es medianoche», de Luis Artigue. Reseña.

Cierro el libro y al hacerlo le pillo la puntilla de las bragas a una musa que se escapa de la novela y revolotea a mi alrededor. Me increpa, con obscenidades propias de camionero, más cabreada que un orco con almorranas. Joder, hasta la musas andan hipersensibles con eso del heteropatriarcado y tal.

Estoy seguro. Esa musa, escapada de «Donde siempre es medianoche», es una de las que se ha beneficiado a Luis Artigue. Y se lo han trajinado bien, lo han puesto en órbita, si no, no se entiende de dónde ha sacado este novelón. ¿Qué es esto, Luis? ¿Una novela negra? ¿Una de ciencia ficción? ¿Una distopía? «Todo a la vez, gilipollas», me respondo a mí mismo en un acto de onanismo bastardo (la musa en bragas de Luis Artigue me ha puesto cachondo, que le vamos a hacer).

«La nueva novela negra será novela híbrida o no será», dicen que ha dicho por ahí el autor de «Donde siempre es medianoche». Yo no lo sé, tan sólo soy un aprendiz de bloguero, y puede que con el criterio tan agudo como la punta del colchón de mi catre, pero lo que si tengo claro es que, con libros como este, el futuro de la novela negra está asegurado.

Este libro es una bella rareza, un unicornio negro como la noche que describe, una puta maravilla.

Pasen y lean. Ante ustedes: Luis Artigue.