lunes, 6 de julio de 2020

«TENGO QUE DEJARLO», de Urbano Colmenero. Relato ganador del Certamen Internacional Bruma Negra 2019.

Aparco cerca de la bahía y salgo del coche. El Cantábrico me recibe con un latigazo de luz apaisada. No me acostumbro a la luz norteña. Me desperezo. Arrastro mi deslucido maletín y las ruedas se quejan de la humedad. Como mis huesos. Los ligamentos de mis articulaciones suenan como el crepitar de los troncos ardiendo en una chimenea. Me estoy convirtiendo poco a poco en un ajado recipiente de huesos, tendones, tripas y mierda. Empiezo a sentir los estragos de la edad y me digo que tengo que dejar este trabajo. No es oficio para viejos, tengo que parar. Bordeo el puerto y camino por el paseo de la ría hasta llegar a mi alojamiento.




Apuro el segundo vino y contemplo la fachada azul y blanco de mi hotel. Tres gaviotas evolucionan graznando. Le hago una seña al camarero.

—Póngame otro y deje la botella, pero tráigame algo de comer, que no quiero que se me enrede la lengua antes de tiempo.

—Por supuesto, amigo.

—No soy su amigo, soy su cliente.

—Disculpe, es una forma de hablar…

—Pues cámbiela. Tenemos un lenguaje muy preciso que no hay que desvirtuar. Hay una palabra o varias para cada cosa.

—Como guste, señor. 

El camarero se marcha mohíno y yo me quedo pensando que estoy perdiendo la discreción. Me he vuelto irascible y me pico por cualquier gilipollez. ¿Pero qué coño me pasa? ¿Desde cuándo me hago notar de esta manera? ¿Qué cojones me importa a mi el lenguaje de los demás? Esto no es bueno para mi oficio y lo peor es que me la suda. Tengo que dejarlo.

Soy el único cliente del bar, las otras mesas de la terraza están vacías. Sólo yo, la ría y las gaviotas. Las gaviotas son unos bichos sin gracia, su vuelo es errático y desordenado. La arboleda que bordea la ría me susurra vientos de otros lares. Miro al cielo y por primera vez en mucho tiempo me invade la calima de la melancolía. «La calima de la melancolía», hay que joderse, ahora también juego con la poesía.

De pronto la veo venir andando por el paseo. Me centro. Miro la foto y comparo. No hay duda, es ella. Pelo de fuego, ojos de gata, andares de gata. Los neandertales no se extinguieron, eran pelirrojos y están entre nosotros. Eran muy fuertes, estaban mejor adaptados al medio… Ya estamos otra vez. Me disperso como un párvulo. No es trabajo para despistados. Después de este encargo lo dejo. Acarreo demasiados muertos en la maleta. En ocasiones me llaman incitantes y me invitan a copas. Son tantos que a veces oigo sus murmullos y sus canciones de borrachos. Juegan al mus y me hacen señas. Envidan. Oigo sus voces. Tengo que dejarlo. El pedido es fácil. Una mujer. Leo el reverso de la foto. ¿Cual es tu pecado, Maite Malone? ¿Qué has hecho, muchacha? ¿A quién le has tocado las pelotas? A un pez muy gordo, seguro. El tipo debe de tener un cabreo inmenso para desear que mueras. Vuelvo a la foto. Pelo de fuego, ojos de gata. Un animal tan bello no debería morir. Nunca. A una mujer así se le perdona todo. De nuevo me voy por las ramas. ¿Desde cuándo me preocupo por el futuro de mis víctimas? Me estoy volviendo un melancólico sentimental. Está decidido: lo dejo. Me centro de nuevo. Mañana es el día. Sé que saldrá a correr temprano, como siempre.




La mañana se despereza entre la bruma. Jirones de niebla ocultan el mar abierto. Observo. Ahí está. Pelo de fuego, movimientos de gata. Hace los estiramientos de rigor y comienza con un trote suave. La veo alejarse. Le doy un minuto de ventaja y tanteo la pistola en el interior del bolsillo de la sudadera. Inicio la carrera. Cruza el muelle y se dirige hacia la bahía. Un rayo de luz se filtra entre las nubes y rebota en sus zapatillas plateadas. Su pelo se incendia. La sigo. Un golpe de viento me hiela la espalda. Hay algo que no encaja en ese sol manchado de bruma. Me vuelvo y miro a mi alrededor, nadie me sigue. Estoy paranoico. Estoy viejo y chocheo. Tengo que dejarlo. Termino este encargo y lo dejo.


¿Desde cuándo me dedico a esto? Ya ni me acuerdo. Otro síntoma de vejez: cuando no recuerdas el tiempo que has dedicado a tu profesión es que llevas demasiado en ella. Sólo me acuerdo de que al principio era muy selectivo, escogía los encargos según mi particular baremo. Mi ética me permitía ejecutar únicamente a los desalmados, a los indeseables o a los que se escapaban de la justicia ordinaria y no merecían vivir. Después las fronteras se volvieron tan difusas como la verdad y la moral que nos rodea en los últimos tiempos, esa que nos han traído los hijos de puta que dicen que nos gobiernan. Me paro un instante y la miro. Veo que sigue trotando por el final de la bahía y se interna por un sendero entre vegetación que se adivina empinado y solitario. Perfecto para mis planes. El observador que me precedió me ha informado bien. Reanudo la carrera y a los pocos minutos me vuelvo a parar. Me he acercado demasiado y temo que me descubra. Descanso unos segundos y cruzo la playa desierta con paso tranquilo.

Tampoco recuerdo cuándo fue, pero hubo un momento impreciso en el que los límites de selección se borraron definitivamente y todo me dio igual. Los encargos se multiplicaron y anulé toda discriminación en mi método de trabajo. Dejé de hacer y hacerme preguntas y de separar el grano de la paja. Todo era paja. Mi fama de buen profesional trascendió, la demanda crecía y subí las tarifas. Presintiendo lo que ya me está empezando a ocurrir, ahorré para la jubilación, para ese retiro que ahora se insinúa detrás de una melena roja que remonta la senda a un ritmo que para mí comienza a ser agotador.

La pendiente del sendero aumenta más y más. No la veo. No debo perderla y me esfuerzo al máximo, pero noto que estoy perdiendo ritmo. Ha desaparecido tras una colina cubierta de arbustos. Meto la mano en el bolsillo y agarro la pistola. Ahí lo haré, detrás de la loma. Llego a la cima exhausto. Descanso unos segundos y contemplo el panorama.

—¿Dónde coño…? —Murmuro entre dientes.

Ha desaparecido. La senda serpentea colina abajo, luego remonta otro cerro y se pierde entre la hierba. A mi alrededor solo hay un caos de grandes matojos que me superan en altura. Me ha sacado mucha ventaja, estoy en baja forma. Cuando voy a iniciar la carrera me detengo. Se me eriza la piel. He oído un clic y un punto frío se apoya en mi nuca. Sé que es inútil, que ya nada importa, pero levanto las manos y me vuelvo.

—¿Quién eres, Maite Malone?

—Soy la hija de uno de tus muertos.

Me mira unos segundos. Miro al cielo y no encuentro azul donde refugiarme. Mejor me habría ido si me hubiese dedicado a la poesía.

Sus ojos de gata me disparan.

Los neandertales estaban mejor adaptados, no se extinguieron, están entre nosotros. Mis muertos se ríen. Tres gaviotas cantan. Vuelo y me elevo con ellas. Pelo de fuego. Es lo último que pienso, oigo y veo antes de caer en el sendero sobre el barro de mi propia sangre.

Ahora sí: lo dejo.

domingo, 8 de marzo de 2020

Crónica alienígena del Villanoir 2020. Sábado, 7 de marzo.






—Qué tal ha pasado la noche, jefe?

—No me hables tan alto, Discúter. ¡Bufff…, menudo dolor de antena parietal!

—A quién se le ocurre, jefe, beberse cinco brebajes terrícolas de esos que preparan en el Tritón, gintónics creo que se llaman.

—¡La madre que los parió!, como dicen por aquí, pero es que están buenos, los jodíos…, y te ponen tan a gusto… A mi se me ponen tiesas todas las antenas.

—Ya, pero luego viene lo que en terrícola se llama resaca, que es lo que usted tiene ahora.

—Vale, vale, Discúter, no me sermonees. ¿Qué tenemos para hoy?

—Hoy es el día grande del festival, jefe, tenemos un programa muy apretado. Para empezar, ahora a las 11 horas empieza el «Taller infantil de comic de Juanfer Briones».

—¿Infantil, dices? ¡Lo que me faltaba: un montón de cachorros humanos gritando y dando por saco! Ve tú y me lo cuentas luego.

—Como quiera, jefe, pero se va a perder algo bueno. Juanfer Briones es un crack.



(…hora y media después…)

—¿Y ahora qué toca, Discúter?

—Más comic, jefe, pero esta vez para adultos. Ahora mismo está a punto de empezar «La violencia en el cómic» con Sara Soler y Álvaro Ortiz que están moderados por Cristina Hombrados y Javier Marquina.

—Mira, Discuter, atiende tú. Yo voy a entrar en modo siestación indefinida, a ver si se me pasa la resaca. Cuando termine la charla me despiertas y me lo cuentas.

(…una hora después…)

—… y Sara Soler muestra la violencia en sus cómics mediante metáforas poéticas. Luego, Álvaro Ortiz ha contado, entre otras cosas, que su cómic va de un señor que se muere y se lo comen sus gatetes. Javier Marquina ha dicho que para él, la violencia en el cómic es como un catarsis, que en los tebeos la violencia se acepta mucho mejor que el tabú del sexo. También se ha hablado de tolerancia, indignados y censura. Se ha perdido una gran charla, jefe.

—Como si la hubiera oido, Discúter. Me la has contado muy bien. ¿Cual es la siguiente mesa?

—Hasta la tarde no hay nada más, jefe.

—Pues me voy a descansar a la nave que estoy hecho unos porros.

—«Unos zorros», jefe, «hecho unos zorros», tiene usted el módulo traductor hecho una mierda.

—Lo que tú digas, Discúter, que no tengo el cuerpo para chotas.

—Será para «jotas», jefe.

—¡Que te den, Dispúter! Me voy a dormir la siesta de aquel que se somete gregaria o dócilmente a la voluntad ajena.

—Borreg…, ¡bufff! ¡Vaya tela con su traductor!


(…unas horas después…)


—¿Y si abducimos a Susana Rodríguez, jefe? A lo mejor es más fácil que a Ricardo Bosque, y también dirige un festival de mucho caché, el Pamplona Negra.

Susana Rodríguez tiene protuberancias frontales, es mujer, que yo me fijo mucho, no sé por qué, en esas cosas frontales.

—¿Y qué pasa con eso, jefe?

—Pues que el transfundidor de cultura terrícola me ha contado que las hembras humanas son muy complejas y dadas a liarla parda. Si abducimos a esta, antes de que nos demos cuenta nos pone la nave patas arriba y se pone a dar órdenes.

—Tiene razón, jefe, se me ponen las antenas de punta nada mas de pensarlo, pero no crea, los machos humanos son muy brutos. No sé yo qué será mejor…

—Nada, nada. para obligarle a que se esté quieto y no maree durante la travesía, prefiero mil veces a un bruto. Mira, Discúter: a un bruto le enseñas un martillo y entiende el mensaje, una compleja le pone un lazo lila al martillo y te convence para que te lo metas por el culo. Pasemos a otra cosa, ¿qué tenemos esta tarde?

—Tres mesas y una actividad para niños.

—Pues te vas tú solo al CIN Subterránea y me lo cuentas luego. Yo me quedo en la nave, que no se me va la puta resaca.

—Se me está escaqueando, jefe.

—No lo dudes. Es un truco que he aprendido de los jefes terrícolas, que para eso son jefes, dicen. Joder, ¿cómo no se me había ocurrido antes?


(…tres horas más tarde…)



—Se lo resumo, jefe: a las 17.30, en el CIN Subterránea ha habido un careo entre Inés Plana y María Frisa, las ha interrogado la optometrista Rita Piedrafita.

—¿Una optometrista interrogando?

—Es que además es una bloguera del copón, jefe.

—Ah, bueno. Vale, sigue.

—De todo lo mucho que han hablado, me quedo con tres frases: «Escribo por instinto, cabalgo libremente sobre mi historia» (Inés Plana). «La primera novela negra española la escribió una mujer: Emilia Pardo Bazán» (María Frisa). «Tu novela duele, María, pero engancha» (Rita Piedrafita)

—¿Qué más?


—A continuación, Carlos Quílez, Susana Martín Gijón y Graziella Moreno, moderados por Susana Rodríguez Lezaun, han hablado de violencia machista y otras realidades sociales. Le resumo la charla con algunas frases: Látigo Moderator ha dicho…

—¿Quién?

—Látigo Moderator, pronunciado «Látigo Modereitor», es Susana Rodríguez, jefe. Lo ha dicho ella misma, que yo no me invento nada. Bueno, pues ha dicho que, «el disparo a la línea de flotación del machismo tiene que venir de parte de la educación». Graciella Moreno, como es jueza, tiene material suficiente con su actividad profesional. «Yo no necesito inventarme nada en mis novelas», ha dicho entre otras cosas. Algo parecido ha contado el periodista Carlos Quílez: «Es tal la cantidad de aristas que tiene la realidad, que no es necesario fabular mucho para construir un relato». Por último, Susana Martín Gijón ha dicho que, «toda la sociedad es culpable del machismo que nos rodea».

—Por lo que veo, estos terrícolas son muy chungos, Discúter.

—En toda la galaxia cuecen habas, jefe. Sigo contándole: la última charla del festival ha sido un poco confusa, he tenido que ver dos veces la grabación para enterarme de este follón. A ver si se lo consigo explicar: a las 19:30, ha comenzado la charla «Canfranc, realidad y ficción» y de pronto ha irrumpido en la sala un señor gritando y buscando a una tal Lola. Luego, han aparecido Lola y un señor alemán de las SS que los perseguía. Después de mis averiguaciones, resulta que estos tres pájaros son de un grupo de teatro llamado «El Club de las Charradas» y estaban escenificando un suceso que ocurrió en la vecina estación de Canfranc y del cual trataba la charla que han interrumpido. Finalizada la representación, Txemi Parra, con su novela «Funeraria de Brooklyn busca muerto», Rosario Raro, con «Volver a Canfranc»y el periodista de investigación, Ramón J. Campo, moderados por nuestro objetivo y director del festival, Ricardo Bosque y Antonio Lecuona, han continuado la charla como si tal cosa.


—¿Y qué tienen que ver todos estos tipos con Canfranc?

—Las novelas de Txemi y Rosario están conectadas con la historia de la estación internacional y  Ramón ha investigado durante muchos años aquella época de la Segunda Guerra Mundial en la que la estación era un sin Dios de espías y otros especímenes. Decenas de historias que convergen en las 154 toneladas de oro que pasaron por esa estación en aquella época.

—Ha debido ser interesante.

—Mucho, jefe. Este festival mejora cada año. ¡Menudo ambientazo había en el CIN Subterránea! Y se lo ha perdido. Su tendencia a la vagancia le impide culturizarse.

—Quita, quita, que ya estoy muy mayor para tanta cultura. ¿Pero tu sabes el tiempo que llevo yo sonando bronco, desapacible y confuso por toda la galaxia?

—¿«Zurriendo»?

—Eso. ¿Y mañana?

—Poca cosa, jefe, el festival prácticamente ha terminado. Mañana hay un juego familiar en la biblioteca, «El Asesino del Ajedrez», con El Club de las Charradas.

—¿Damos un paseo por la plaza del pueblo, Discúter? Me invade la melancolía de las despedidas…

—Claro, jefe, pero ajústese mejor el transformador de apariencia, se le ve la antena de conexión sexual y vamos a tener un lío.

—¡Hostia! Espera…, dame el martillo, que esto lo arreglo yo en un brevísimo espacio de tiempo.

—«Periquete», jefe. Tenga cuidado con esos métodos terrícolas. Como se le escacharre la apariencia humana vamos a montar un número que pa qué.

—¿Ves? Unos cuantos trastazos y ya está oculta mi antenita de conexión sexual. Bueno, Discúter, el festival ha terminado y nosotros sin vender un utensilio compuesto por un haz de ramas flexibles u otro material…

—Una «escoba», jefe, una «escoba».

—Eso, y me temo que nos tenemos que marchar sin abducir a Ricardo Bosque.

—Pues usted verá, jefe, no podemos volver otra vez ante nuestro cliente con las manos vacías.

—¿Y si nos ponemos en estado de hibernación hasta el año que viene?

—¿Hibernación? ¡Pero si dentro de nada llega el buen tiempo a esta zona. Ya no habrá polvo blanco, de ese tan frío, las terrícolas comienzan a quitarse ropa y a resaltar las protuberancias frontales…

—¡Calla, Discúter, no seas pervertido! ¡Somos especies diferentes! ¡Eso que estás pensando sería bestialismo! Anda, tira derechito para el módulo de hibernación.

—De acuerdo, jefe. ¿Lo programo hasta el año que viene por estas fechas?

—Un poco antes, no sea que se adelante y nos perdamos algo del Villanoir 2021.

—¿Listo, jefe?

—Listo soy un rato, ¿qué pasa con eso?

—Digo que si está preparado, jefe.

—Soy listo y estoy preparado. Hasta el año terrícola que viene, Discúter.

—Hasta el año que viene, jefe.









sábado, 7 de marzo de 2020

Crónica alienígena del Villanoir 2020. Viernes, 6 de marzo.

Nueva grabación del cuaderno de bitácora de la nave interestelar Nostragamus procedente del sistema Sirius. Tripulación: Tete Karabarbo (capitán, propietario de la nave y cazarrecompensas) y Discúter (piloto, ayudante subcontratado y pringadillo de turno). Lugar: planeta Tierra, sur del Pirineo aragonés. Fecha terrícola: 6 de marzo de 2020.


—¿Le gustó la película de ayer, jefe?

—Curiosa.  ¡Qué relaciones más complicadas tienen estos terrícolas entre sí! Sobre todo las que se generan entre esos que tienen protuberancias frontales con los que no las tienen.

—Los de las protuberancias frontales son las hembras de la especie, jefe, y se llaman mujeres.

—A mí me gustó mucho una frase de una de esas mujeres, una tal Tony, cuando al final de la película dijo, «Perdí el autobús una vez y tuve suerte, quería probar otra vez», aunque no entiendo una mierda cómo se puede tener suerte perdiendo un autobús.

—Usted lo ha dicho, los terrícolas son muy complicados.

—Vale, Discuter, sigo igual, pero te creo, dejémoslo, ¿cuál es plan para hoy?

—Según el programa del festival, ahora, a las seis y media de la tarde, tenemos «Cultura para los pueblos vivos. Polvo, niebla, viento y sol»

—¿Y eso qué es?

—La presentación de una revista de tipo social escrita y dibujada por la Asociación Aragonesa de Autores de Cómic. En ella retratan los problemas de esta zona del planeta. La gente se va de los pueblos y se quedan vacíos. Quieren darle visibilidad al problema. La presentan Cristina Hombrados y Miriam Stolisky.



—Eso de que los pueblos se queden vacíos me suena fatal, ¿estás traduciendo bien?

—Perfectamente, jefe. Al contrario que usted, yo no compro en los mercadillos rigelianos. Mi transfundidor y traductor de cultura terrícola es marca iMélon, ya sabe, la del logo con esa fruta mordida que se cultiva en Aldebaran IV.

—¡Pues menudo pijo me he echado de ayudante!

—Es que uno es pobre, pero con gusto. Hablando de otra cosa, ¿cuándo vamos a trincar a Ricardo Bosque, jefe?

—Cuando podamos, Discúter, Se trata de tragarnos todo el festival y esperar la ocasión propicia. ¿Qué toca ahora?

—Un concierto, jefe, actúa el grupo TRIMUSICI en la iglesia del pueblo.

—¿Iglesia…? ¡Ah, ya me acuerdo! Hace dos años, un tipo que hablaba en terrícola raro, Jon Arretxe creo que se llama, cantó en ese lugar y casi nos desarma la nave con las vibraciones. ¿Y de qué es el concierto esta vez?

—De todo un poco: música clásica, folclórica, de cine…, el grupo está formado por Cristina Puente (piano), Reyes Giménez (violín) y Gustavo Bretos (oboe).


(…media hora después…)

—¿Qué le está pareciendo el concierto, jefe?

—¡Qué maravilla! Es balsámico, hasta se me está enderezando la antena ventral.

—Tenga cuidado, jefe, puede que esa alteración no pueda disimularla el transformador de apariencia terrícola. A ver si va a montar un numerito exhibicionista ahora y se va a tomar por saco la misión.

—Tranquilo, Discúter, ya se me está pasando. Como dicen por aquí: a mi edad, ¡qué poco dura la alegría de la bisectriz del sur del ombligo en la casa del viejo!

—¿Está seguro de que es esa la frase que se dice por aquí? No me consta, jefe.

—¡Pero que demasía de delicadeza en el trato común tienes!

—Quisquilloso, jefe, se dice, «qué quisquilloso eres». Arréglese el módulo de traducción terrícola, ande.

—Vale una pasta y ando algo flojo de efectivo. ¿Hay algo más para hoy?

—No, jefe. Mañana, mañana hay mucho más.

viernes, 6 de marzo de 2020

Crónica alienígena del Villanoir 2020. Jueves, 5 de marzo.

Nueva grabación del cuaderno de bitácora de la nave interestelar Nostragamus procedente del sistema Sirius. Tripulación: Tete Karabarbo (capitán, propietario de la nave y cazarrecompensas) y Discúter (piloto, ayudante subcontratado y pringadillo de turno). Lugar: planeta Tierra, sur del Pirineo aragonés. Fecha terrícola: 5 de marzo de 2020.



—No ha sido una buena idea, jefe. La otra vez casi nos zurran. Esta zona del planeta está llena de indígenas muy combativos y sólo han pasado dos años.

—Ya no se acuerdan, Discúter, estos terrícolas tienen muy mala memoria. Fíjate que votan una y otra vez a quienes les putean y roban. A lo mejor son masocas, yo qué sé. Además, a nuestro cliente se le ha metido entre antena y antena que tenemos que abducir a Ricardo Bosque para completar su colección de frikis galácticos, y quien paga manda.

—Usted verá, jefe, pero el inhibidor de presencia de la nave sigue dando fallos.

—Dale un par de martillazos y como nuevo. Es una técnica que he aprendido en una grabación visual en la que salen unos mecánicos terrícolas arreglando un trasto de esos al que llaman ordenador.

—Yo sólo le advierto que, como vuelva a fallar el inhibidor de presencia y nos hagamos visibles, lo podemos pasar mal.

—No me marees más con el inhibidor. Además, esta vez lo haremos mejor. Con nuestros transformadores de apariencia descenderemos de la nave y nos integraremos en el pueblo. Pasaremos por unos visitantes más que acuden al evento ese…, ¿cómo se llama?

Villanoir 2020, jefe.

— Eso. ¿Cuál es el primer acto del festival?

—Cine, una película. La proyectan hoy.

—¿Cine? ¿Y eso qué es?

—¿Ya no se acuerda, jefe? Una proyección de imágenes en dos dimensiones. La película se llama «El extraño amor de Martha Ivers», el director es Levis Milestone.

—¿Y de qué va?

—Es cine negro, jefe. Y va de…, pero será mejor que la veamos. Al terminar, podemos abordar a Ricardo Bosque y, con alguna treta, atraerlo a la zona donde tenemos la nave camuflada para abducirlo.

—Buen plan, pero puede que me tengas que contar la película, no me funciona muy bien el módulo de traducción del transfudidor de cultura terrícola.

—Es usted un desastre, jefe. No le funciona nada.

—Es que compré el transfundidor en un mercadillo de Rigel B. El rigeliano que comercia con su cuerpo me timó.

—«Puto», se dice «puto rigeliano», jefe. Sí que tiene jodido el módulo de traducción, sí…

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lunes, 17 de febrero de 2020

V Morella Negra Com la Trufa. Crónica del domingo, 16 de febrero.

Como toda villa histórica de este país, Morella ha visto desfilar por sus calles y su entorno a todo tipo de peña: desde clanes neolíticos intercambiando ganado y mujeres hasta milicos carlistas. Imaginaos lo que habrán visto, por ejemplo, los muros del convento de San Francisco. Es curiosa una quedada que tuvo lugar en este convento entre  Fernando I de Aragón, Fray San Vicente Ferrer y el Papa Benedicto XIII. De esta reunión surge la leyenda de las moscas y el Papa Luna:

—Mira, Papa Luna, que yo creo que deberías dimitir.

—Dimite tú, Fernando, no te jode…

—Hombre, que yo soy el rey de Aragón.

—Y yo el papa de Roma.

—Deberíais renunciar, Santidad.

—No voy a dimitir, Vicentet, por más que me lo digas y por más santo que seas. Yo soy el único papa legítimo.

—Eso lo dicen todos. Mira que tres papas son muchos papas para la Iglesia.

—Me la trae al pairo, y a ver si echáis FLY, que las jodías moscas me tienen atacao. ¡Malditas moscas!

Y cuenta la leyenda que desde entonces, una vez pronunciada esta maldición, no se ve una mosca por el convento de San Francisco.

Eso sí, el Papa Luna no dimitió por más que se lo pidieron y siguió habiendo papa por triplicado durante bastante tiempo.

Una vez hecho este inciso histórico festivo, seguimos con lo nuestro:

A las once de la mañana se sienta en la mesa de la sala del Justicia, la juez de instrucción Rosa M. Freire, la criminóloga Paz Velasco y la escritora y periodista Bea Osa que, moderadas por Carlos Quílez, nos ofrecen True Crime, más allá de la imaginación”. Imposible resumir en un espacio como este la charla tan extensa, variada y esclarecedora de estas tres mujeres que en el ejercicio de sus profesiones han visto y escuchado a delincuentes de todos los pelajes. Tres perlas de lo que piensan cada una de ellas:

«No hay belleza en el crimen» (Rosa M. Freire).

«Los psicópatas sueltan la lengua cuando sienten que su entrevistador les admira. Este es el cebo que les ponemos los criminólogos para que hablen» (Paz Velasco).

«Los asesinos psicópatas se quieren lucir ante los expertos» (Bea Osa).

La charla transcurre fluida, amena y profesional. Se nota la maestría del veterano Carlos Quílez dirigiendo el coloquio. 


A continuación y para finalizar el festival, Santiago Álvarez modera la mesa “Distopía Negra”, compuesta por David Llorente y Jose Ramón Gómez Cabezas, que nos desmenuzan sus novelas «Europa» y «Metástasis». La charla transcurre entre la tensión de lo oscuro del futuro que nos espera y la relajación de un chiste de murcianos, que Santiago Álvarez introduce en el coloquio, para quitar hierro al asunto.



Termina el festival con la degustación de pinchos negros de trufa preparados por el restaurante La Fonda acompañados del tinto de la bodega Mas de Rander.

He puesto mis radares en sitios estratégicos y me cuentan que el «Morella Negra Com la Trufa» circula a velocidad creciente. La sala del Justicia se ha llenado hasta arriba en todas las mesas, incluso en algunas con gente de pie. Doy fe de que se han vendido montones de libros y los autores han tenido cola en las firmas. Al despedirme del «Comissari García» y su equipo los he visto cansados pero contentos por el buen trabajo cumplido ¿Puede haber mejor señal de que este festival tiene futuro?

Hasta siempre, Morella.


domingo, 16 de febrero de 2020

V Morella Negra Com la Trufa. Crónica del sábado, 15 de febrero.

Me levanto temprano y paseo por las callejas de Morella. En una villa medieval como esta es fácil trasladarse en el tiempo y como a mí lo fácil me gusta, viajo a 1232, cuando Blasco de Alagón conquistó la ciudad a los morapios.

—No me jodáis, majestad, que hace años prometisteis concederme todas las villas y castillos que pudiera conquistar en tierras sarracenas.

—No me jodáis vos a mí, don Blasco, que Morella es mucha Morella y no es villa para un pringao como vos, sino para un rey como yo, que no soy un rey cualquiera, que soy el mismísimo Jaime I

—Ya empezamos…

La cosa debió suceder más o menos así, según mis fuentes consultadas, de donde se deduce que en todas épocas cuecen habas: prometer hasta meter y una vez metido se acabó lo prometido.

Anécdotas históricas aparte, centrémonos en lo que interesa: a las 10:30, Ramiro nos guía por La Morella Más Negra. Durante una hora recorremos la villa por los lugares en donde ocurrieron los sucesos históricos más oscuros y violentos. Desde una masacre de pastores neolíticos hasta un sangriento episodio de las guerras carlistas. No faltan las leyendas gore ni los milagros. Echad un vistazo a la leyenda del mosaico de la foto de abajo.


Al terminar la visita me voy a la  sala del Justicia para ver la mesa “Tubers 2020”, en la que participarán los 5 finalistas de la IV Edición del premio “Tuber Melanosporum” moderados por Jorge Garcia y la ubicua Charo González Herrera. Los finalistas de esta edición nos hablan de sus novelas y son: Joan Carles Ventura por «Camins Dubtosos», Roger Rubio por «El hombre que nunca haría daño a nadie», Anna Hernández por «La mecedora», Ana Lena Rivera por «Lo que callan los muertos», Eduard Palomares por «No cerramos en Agosto». Una pregunta me corroe el intelecto: ¿Posee Charo el don de la ubicuidad o es verdad la leyenda urbana de las quintillizas González Herrera que se reparten por los festivales de España y Francia? Quién sabe…




Al terminar la mesa nos vamos todos a cumplir el rito del  vermut literario en el bar Canyero.

Sin tiempo para una miserable siesta se hacen las seis de la tarde. De camino a la sala del Justicia me cruzo con Paz Velasco de la Fuente y su terrorífica chihuahua. Ochenta kilos de perra guardiana que Paz transporta en un cesto rosa como si nada.

Comienza la mesa literaria “Rural Noir, pequeñas comunidades, dramáticas historias” con los escritores Jordi Llobregat y Marto Pariente, moderados por Paco Atero del Portal Literario especializado en novela negra “Negra y Mortal”. Marto y Jordi nos desmenuzan los entresijos de sus novelas y durante la charla se oyen frases como (cito de memoria), «…en un pueblo todo el mundo se conoce y matar a alguien que conoces tiene una carga emocional añadida…» (Jordi Llobregat). Marto Pariente nos cuenta entre otras cosas que le gusta definir a sus personajes por su defectos. Paco Atero dirige el coloquio con el dinamismo que le caracteriza. En un momento dado, llama a la mesa a Lara Adell, de la organización del festival, para que cuente cosas de personas y sucesos de Morella. Lara se quiere esconder debajo de una mesa, pero mi gran mole se lo impide. Al final, Lara sale a la palestra diciendo que le cae bien el cura del pueblo y con este dato, Marto y Jordi improvisan el boceto de una novela negra en Morella ante las risas del público que llena la Sala del Justicia.


A continuación se entrega el IV Premio “Tuber Melanosporum”. Premio a la mejor novela negra de un escritor novel publicada por una editorial entre septiembre de 2018 y agosto de 2019. El premio se lo lleva Roger Rubio por su novela «El hombre que nunca haría daño a nadie».


Para finalizar la jornada, en la mesa “Arte de Novela Negra” las autoras Berna González Harbour y Arantza Portabales nos hablan de sus últimas novelas,  «El sueño de la razón» y «Belleza roja». Se escuchan cosas como, «…cuando se duerme la razón, surge la maldad…» o «…en momentos puntuales todos somos asesinos…». Modera la mesa con buen oficio Santiago Álvarez.


Antes de la cena, y como ya es habitual, vino tinto con pinchos negros.

Cenamos en el Mesón del Pastor. Con la sobremesa se nos hace la una de la madrugada y José Ramón Gómez Cabezas se empeña en nombrarme representante del grupo de castellano-manchegos que andamos por el festival y, mientras el se va a dormir, quiere que me vaya a bailar. «Para dejar el pabellón de Castilla-La Mancha bien alto», dice. No sabe que yo soy muy poco nacionalista y que ya no tengo el cuerpo para danzas sicalípticas.

Mañana más.

sábado, 15 de febrero de 2020

V Morella Negra Com la Trufa. Crónica del viernes, 14 de febrero.

Después de casi tres horas y media conduciendo y con las manos apestando a volante, como decían los pijos madrileños en los setenta, aparco en la puerta de mi alojamiento y corro para llegar a tiempo de la inauguración de la V Edición de Morella Negra Com la Trufa.

Son las ocho de la tarde y en la mesa de la Lonja del Ayuntamiento se sientan el “Comissari Garcia”, el periodista y escritor Carlos QuílezRuth Sanz Diputada de Cultura de Castelló y Rhamsés Ripollés Alcalde de Morella.
Jorge García se calza su sombrero negro, nos regala su discurso amable y nos ofrece una visión conciliadora de lo que para él es la novela negra.


Terminan los discursos y sin solución de continuidad comienzan a aparecer bandejas llenas de croquetas morellanas de trufa negra remojadas con vino negro de la zona. Esto promete.

A continuación nos conducen al bar Prats y nos entierran con platos de tapas: alcachofas, champiñón, tortilla, sepia, migas con huevo, más croquetas y ya no me acuerdo de cuantos platos más. De postre flaons, un exquisito dulce de Morella.

Como esto siga así voy a acabar muy mal, que me conozco.

Masticando el último flaó nos dirigimos a la Nevera para escuchar, entre copa y copa, una instructiva charla de Santiago Álvarez sobre el cine negro americano entre los años 1941 y 1958. Al finalizar la charla nos canta una canción de los Kings relacionada con el celuloide. Se le ve en forma a Santiago, se nota el entrenamiento con su grupo Innerlands.


Jajajases, abrazos, despedidas y a la cama.

Mañana más.


martes, 11 de febrero de 2020

«La cordura del idiota», de Marto Pariente. Reseña.

Se abre el telón:

Aparece el Triste colgado de la rama de un roble. Es el loco oficial del pueblo y dueño de unos terrenos que no quiere vender.

—Se ha suicidado —dicen todos a coro.

—No sé yo… —dice el único policía local de la villa que empieza a hacer preguntas incómodas.

Se cierra el telón.

Se abre el telón de nuevo y aparecen uno tras otro:

El Colmenero, mafioso local de turno que ha conocido tiempos mejores.

Rocha, un inspector de la UDYCO, que quiere trincar al Colmenero.

El confidente Cejónidas, que como todo buen confidente juega con dos barajas.

Vega Trinidad, la hermana del policía local que se bebe hasta el agua del pilón de las ovejas.

Los matones Maquenroe.

Y aparece también un perro llamado Trípode.

Y una atmósfera densa.

Y una trama sencilla con toques de humor negro.

Y una prosa simple y efectiva.

Y el espíritu de Jim Thompson.

Se cierra definitivamente el telón.

¿Qué novelón hemos leído?

«La cordura del idiota», de Marto Pariente.

¿Jim Thompson? ¡Qué leches de Jim Thompson! ¿Qué coño tienen que ver nuestros psicopaletos con los psicopaletos de Oklahoma?

Aquí hacemos las cosas de otra manera.

Aquí hacemos las cosas al estilo de Marto Pariente.


domingo, 19 de enero de 2020

Pamplona Negra 2020. Crónica del sábado, 18 de enero.

Esto se acaba.

10:30 horas: se abre el telón en el vestíbulo de Baluarte y aparecen los chicos de la UPNA escenificando un crimen en la Pamplona del siglo XIX. Comienza la ruta teatralizada «Pamplona sangrienta». Durante más de una hora, el escritor enciclopédico, cronista y desmitificador de la huella de Hemingway en Pamplona Miguel Izu, nos conduce por varios lugares del centro de la ciudad vieja en donde ocurrieron, entre 1893 y 1906, unos cuantos sucesos sangrientos. Durante el trayecto, entre crimen y crimen, el bueno de Izu nos entretiene con anécdotas históricas, chismes y leyendas urbanas.


Esto se acaba.

A lo grande.

A las 12:00 horas, presentado por la escritora y guionista Sandra Iraizoz,  sube al escenario Agustín Martínez que nos cuenta con pelos y señales como se hizo la serie «Monteperdido». Más de una hora de excelente exposición para narrar las vicisitudes de este guión que primero fue serie, luego novela y después se volvió a reconvertir en serie. Agustín nos explica su método de trabajo, la confección del guión, localización de exteriores y varias anécdotas que ocurrieron durante el rodaje.



Esto se acaba.

A lo grande.

Pero el recuerdo persiste en la memoria.

No sólo  de novela negra vive el friki, los frikis también lloran, de gusto, con la gastronomía del Pamplona Negra. A las 14:30 horas nos sentamos a la mesa del hotel Tres Reyes para degustar la gastronomía sureña de Harper Lee, Jim Thompson y Truman Capote». Como muestra un botón:

«Hay cosas que debes olvidar si quieres seguir viviendo». Jim Thompson, «El asesino dentro de mí»

Guiso de cangrejo de río y tomates verdes asados sobre tortitas de maíz.



Esto se acaba.

A lo grande.

Pero el recuerdo persiste en la memoria.

Como los olores de la infancia.

A las 18:00 horas, con un sopor de dieciséis toneladas y unas ganas locas de hundir la cama con una siesta hasta el radiante amanecer del nuevo día, entro en Baluarte para ver a Dolores Redondo que, entrevistada con oficio por Susana Rodríguez Lezaun, nos cuenta los entresijos de su última novela, «La cara norte del corazón» y su original forma de escribir.


Esto se acaba.

A lo grande.

Pero el recuerdo persiste en la memoria.

Como los olores de la infancia.

Como el hermoso caos del jazz.

La directora Susana Rodríguez clausura el festival apoyada en un piano de cola diciendo:

—Tócala Sam.

Y Sam va y la toca, la canción, no a Susana. Y la música y el festival siguen, porque los Jazzy Leap nos ofrecen un concierto perfecto y memorable.




Esto se acaba.

A lo grande.

Pero el recuerdo persiste en la memoria.

Como los olores de la infancia.

Como el hermoso caos del jazz.

Y la lluvia del norte.


Al año que viene más.

sábado, 18 de enero de 2020

Pamplona Negra 2020. Crónica del viernes, 17 de enero.

Cada vez que vengo a Pamplona me tomo un café en el Iruña. O varios. No es por todo ese rollo de Hemingway, no soy nada mitómano, sino porque cada vez me resultan más atractivos los cafés antiguos. Será la edad, así no desentono con el mobiliario. Un vetusto haciendo juego con la vetustez. Lo cierto es que siempre me han gustado los bares de todo tipo. Son fuente de inspiración. Me gusta llegar, colocarme en un sitio clave y sacar la antena par ver si pillo algo. Nada original, imagino. Echo un vistazo alrededor observando a los parroquianos y solo veo notas discordantes. En este cafetín sólo deberia de haber abuelos con txapela o sombrero y bastón y señoras mayores enjoyadas tomando pastas con infusiones de hierbaluisa. En lugar de eso hay una mezcolanza de guiris, ejecutivos con auriculares dando órdenes al teléfono, jovencitas desocupadas retuiteando con frenesí, un par de abuelas arriconadas en el fondo del local y hasta uno de Almansa que escribe estas líneas y es el que faltaba para completar el cuadro.
Sigo orientando la antena, pero no capto nada interesante hasta que, de pronto, entre el ruido del vaporizador de la cafetera, escucho la madre de todas las frases:

—Yo lo que quiero es encontrar a un tío que me haga reír, pero no hay manera.

Me vuelvo y me quedo con las ganas de contestar a la chica que le habla al teléfono:

—Debes estar ciega o eres muy exquisita con el humor, porque los tíos llevamos haciendo el payaso durante milenios.

Fuera del Iruña llueve.

Ya por la tarde, entro en la sala con el tiempo justo, pero el grupo habitual de escritores navarros ya me ha guardado una butaca entre ellos. No pueden ser más majos.

 A las 18:00 horas en punto, salen al escenario Ibon Martín, Miguel Aguerralde y Santiago Díaz Cortés, que conducidos por Katrin Pereda nos presentan la mesa «Sed de venganza». ¿Qué fue primero, el huevo o la gallina? ¿Qué se construye primero en una novela el motivo o el vengador? Sin motivo no hay vengador, aunque casi siempre se van perfilando al mismo tiempo.

En algún momento de la charla se oye la frase, «…la venganza y la justicia parten de un mismo principio: que alguien pague por la maldad que ha cometido»


A continuación, la implacable domesticadora del tiempo Susana Rodríguez, nos presenta «Diálogo USA: Cómo escribir la mejor novela de 2018». Uno es de Oklahoma City, el otro de Barcelona, afincado en Pamplona; uno ha escrito «Carreteras de otoño», el otro «Justo»; uno se llama Lou Berney, el otro Carlos Bassas del Rey; el primero ha ganado el premio Hammett 2018, el segundo también y los dos son unos grandísimos escritores.

«No nos volvamos locos, solo escribimos libros», nos dice el bendito chiflado de Bassas, citando a Carlos Zanón.


Después cine negro: «L.A. Confidencial» (1997) de Curtis Hanson

«Bud, necesito de sus terribles servicios en el Motel Victory», le dice el Capitán Dudley Smith (James Cromwell) a Bud White (Russell Crowe).

Para terminar y como siempre pincho pote en el Cubo pero con sorpresa, porque resulta que, tal día como hoy, se cumplen cien años del establecimiento de la ley seca en Estados Unidos, por lo que un barman, vestido de esa época, nos explica mientras lo prepara, la historia del coctel Long Island Iced Tea.
Nos lo bebemos, claro.


Finalizamos cenando, como es costumbre, en La Antigua Farmacia.

Me marcho pronto a dormir porque mañana nos espera un día muy apretado.

Mañana más. 

viernes, 17 de enero de 2020

Pamplona Negra 2020. Crónica del jueves, 16 de enero.

Entro en una cafetería. Soy el único parroquiano y el camarero, joven, simpático, dicharachero y con poco trabajo me trae el café a la mesa.

—¿De dónde eres? —me pregunta.

—De Almansa.

—Almansa…, Almansa… ¡Allí hay un castillo!

—Exacto, un castillo muy viejo, más viejo que un bancal.

—También hubo una batalla, creo. Os liasteis a palos con alguien.

—Yo no estaba. Además mis convencinos de entonces tampoco pelearon. Se encontraron con la batalla sin comerlo ni beberlo.

—¿Y cómo es eso?

—Pues verás, las batallas forman parte de las guerras y las guerras las organizan los de siempre, los que están arriba, y las pierden los pringaos de a pie y los que, como en este caso, están en medio. Resulta que esta batalla fue una de las que se libraron durante la guerra de sucesión y fue un conflicto europeo. Las tropas austracistas venían avanzando desde Valencia al encuentro de las borbónicas y dio la puta casualidad que se encontraron en Almansa. Te aseguro que a los almanseños de entonces no les hizo ninguna gracia que se dieran de leches allí. No quedó ni una gallina, ni un grano de trigo en kilómetros a la redonda. Todo para alimentar a la tropa.

—¿Hubo muchos muertos?

—De Almansa muy pocos, que se sepa. La batalla no se libró en la ciudad. De entre las tropas mercenarias de ambos bandos, mogollón.

—¿Y cuánto es eso?

—Cuatro montonacos y siete puñaos.

—No eres muy preciso con las estadísticas históricas.

—Pues tú tampoco tienes muy claro lo que es una guerra.

Se ríe. Pago el café y me despido.

Buen tipo este camarero.

El reloj atómico cerebral de la directora Susana Rodríguez sigue haciendo su trabajo y a las18:00 horas, ni un minuto más ni un minuto menos, comienza la interesantísima mesa redonda «Corrupción policial», con Agustín Pery Riera, Salva Alemany y Reyes Calderón. Modera la periodista Laura Puy Muguiro. «Todos somos corruptos, aunque a diferente nivel…», «…al contrario que los policías, los políticos son muy laxos con sus colegas corruptos, como premio a su labor los envían al Parlamento Europeo…», o «…a pesar de lo que pueda parecer, la corrupción policial en España es pequeña…», son frases que se escuchan durante la charla.


A continuación, después de una presentación impecable de Carlos Ollo, armada de su cabeza privilegiada y sobre unos tacones de infarto, la criminóloga Paz Velasco nos deja boquiabiertos con «El lado oscuro de Estados Unidos», un relato profesional y detallado con los principales asesinos en serie norteamericanos y de cómo la genética y el entorno determinan que alguien se convierta en un monstruo.


La afluencia no decae, la sala se completa en las dos sesiones.

Se termina el día con la película «Serpico» (1973), de Sidney Lumet.

«Ya sabes lo que dicen, ¿no? Si amas el jardín de un hombre, ¡tienes que amar al hombre!»

Después del pincho pote del Cubo me dan las tantas cenando y escuchando decenas de anécdotas y ocurrencias.

Mañana más.

jueves, 16 de enero de 2020

Pamplona Negra 2020. Crónica del miércoles, 15 de enero.

Paseando esta mañana por la orilla del Arga, y al hilo de lo que dije en mi publicación anterior sobre mejorar la especie humana, me han venido a la cabeza ideas producto de mis lecturas a ese respecto, porque a mí, a pesar de lo que parece, me preocupa bastante el futuro de la especie. He leído  con curiosidad algunos libros de Juan Luis Arsuaga, Eudald Carbonell o Yuval Noah Harari. Deberíais leer sobre evolución humana. Estoy seguro de que con vuestra inteligencia encontraríais algún método para mejorar al homo sapiens, y no como yo, que soy un jarramantas y sólo concluyo en ideas disparatadas y otras gilipolleces del tipo: ¿Qué tal si agarramos a un pez gordo, pero muy gordo, de esos que no se ven habitualmente porque siempre están en la sombra, emboscados, jodiendo el parque, y le aplicamos una reprogramación neuronal a estacazo limpio para que deje de dar por saco de una vez? A lo mejor funciona. Bueno, vosotros sabréis, que sois más listos, yo ahí lo dejo caer.

¿Qué tiene que ver lo anterior con el Pamplona Negra? Hombre, no digáis que la idea de un puñado de sicarios rompiendo huesos a unos cuantos señores, del grupo ese de escogidos que domina el mundo, no es un argumento de novela negra. Sería como un aviso a navegantes. Sí, ya sé que el método es burdo y pueril, ¿pero qué esperabais? Me crié en una aldea, y los de aldea no andamos sobrados de sutilezas y maquiavelismos, ya os he dicho que penséis vosotros algo más elaborado, que para eso tenéis estudios.

Entro en Baluarte a las 17:45 y la cola para entrar a la sala llega hasta la misma puerta. El festival empieza a aumentar de temperatura, es la tarde en la que prima lo virtual y lo cibernético.

A las 18:00 horas saltan al escenario Antonia Huertas, Blas Ruiz Grau y Rosa Montero, presentadas por la periodista Ana Oliveira. La mesa se llama «Ciberdelincuencia. El criminal invisible». Entre un sin fin de comentarios y aportaciones nos aclaran los conceptos de deep web y dark web. Nos quedamos con ganas de más, pero el tiempo manda. De entre toda la ingente información que nos dan, me quedo con una frase de Antonia Huertas. Cito de memoria:

«Hagas lo que hagas van a entrar. No te obsesiones con la seguridad, lo mejor que puedes hacer es no tener nada que esconder».

¡Qué miedito!


A continuación, en la siguiente mesa llamada «¿Cómo se combate la ciberdelincuencia?», los inspectores Casimiro Nevado y Alberto Martínez nos apabullan con unas declaraciones que ponen los pelos de punta. Por ejemplo, la batalla entre las grandes corporaciones y los grupos de ciberdelincuencia la llevan a cabo las inteligencias artificiales (Algoritmos Guerreros) de ambos bandos. La policía se dedica a detectar patrones de comportamiento buscando el eslabón más débil de las defensas, que es la inteligencia natural, «porque detrás de cada ordenador siempre hay un mono y ese mono tiene emociones», por lo que puede ser vulnerable. La charla la presenta brillantemente Per Gaztelu.



Se termina la jornada con la proyección de «El detective» (1968), de Gordon Douglas.

La corrupción no es nueva: «Si me despiden a mi tendrán que despedir a la mitad del departamento por dejarse sobornar», le dice el sargento Joe Leland (Frank Sinatra) al detective Curran (Ralph Meeker)

Después, como siempre, todos al Cubo a por el pincho pote. Luego, cena con despedida de los que se marchan.

Mañana más.

miércoles, 15 de enero de 2020

Pamplona Negra 2020. Crónica del martes, 14 de enero.

La mañana la dedico a hacer el turista. Paseo por las calles del casco antiguo y a pesar del solecito, algunas fachadas desprenden un helor viejuno y ancestral. Se me antoja que el frío de estas calles lleva por aquí desde el tiempo de los romanos, o más.

Ya por la tarde y poco antes del inicio de la segunda tanda de charlas del festival, me sumerjo en el vestíbulo de Baluarte. Hay tal mogollón de gente que es inevitable que surja la nota discordante:

—Oye, ¿aquí qué es lo que dan?
—Cupones para descapullar monos. Cuando reúnes diez con el sello oficial del zoo, te dan el título de  veterinario.
El tipo me mira raro y se va. Ya sabéis que yo, en realidad, no soy así de borde todo el rato, sólo cuando tengo un episodio de sociopatía y me encuentro con estas singularidades cuánticas en forma de individuo. Es entonces y, sobre todo, si tengo hambre cuando me cabreo bastante. Ahora mismo me comería un gilipollas sin ningún remordimiento. No me digáis que no me mueve un sentimiento altruista: si todos hicierais lo que se me acaba de pasar por la cabeza, seríamos muchos menos sobre la faz del planeta, no agotaríamos sus recursos, reciclaríamos responsablemente y mejoraría notablemente la especie.

Ya repuesto del soponcio, entro en la sala para ver a Rosa Montero entrevistada impecablemente por Susana Rodríguez. No voy a explicaros ahora quién es Rosa Montero, tan sólo os diré que esta periodista y escritora ha realizado más de dos mil entrevistas a personalidades de relevancia mundial. De su jugosa charla me quedo con dos frases sobre la memoria:

«Creemos que lo que recordamos es verdad, pero sólo es un relato».
«La memoria colectiva siempre es una versión, una manipulación».


A continuación, Laura Pérez de la Raya, componente destacada de la new generation de escritoras navarras, nos presenta, en «El crimen a escena», a Marian Martínez de Pancorbo, catedrática de Biología Celular y directora del Banco de ADN de la UPV, que nos explica en una entretenida exposición cuáles son los protocolos de investigación de la genética forense en la obtención y análisis del ADN en la escena de un crimen. 


Nunca deja de asombrarme la impresionante convocatoria que tiene el Pamplona Negra. Durante las dos sesiones la sala estaba a rebosar.

Y para terminar la jornada, cine negro: «Sed de Mal» (Orson Welles, 1958)

«Un buen hombre, un mal policía», o algo así, dice Marlene Dietrich al finalizar la película.

Colofón del día con pote en el Cubo y cena con risas y anécdotas.