sábado, 11 de mayo de 2019

Valencia Negra 2019. Crónica.

Salgo de la estación arrastrando la maleta y Valencia me recibe con treinta y seis grados a la sombra. No está mal para estar en mayo. No sé por qué, pero todavía huele a falla y a fallera. Esta ciudad siempre me huele así. Será que el empeño que ponen los valencianos en esa fiesta queda impregnado en el ambiente.

—Estas chocho, Urbano. Han pasado casi dos meses desde San José. Valencia no puede oler a eso, además, cada vez tienes menos olfato

—¿Y tú quién coño eres?

—Soy tu Yo Crítico y lo sabes. Ya hemos hablado otras veces.

- Pues qué bien, lo que me faltaba: un tocapelotas en mi vida.

Dejo el equipaje en el hotel y me doy una vuelta por el IVAM para ver las exposiciones de Paco Roca y Fernand Léger. De momento mi Yo Crítico no dice nada al respecto.

—Haces bien en culturizarte, Urbano, al fin y al cabo, y a pesar de tu edad, no eres más que un aldeano sin pulir.

—Vaya, hombre, quién me mandará tentar a la bicha.

—¿Decías?

—Nada, nada, que tengo hambre y me voy a dar un homenaje en el Central Bar del Mercado.

—Come con moderación, a tu edad no deberías ...

—Vete a la mierda.

Después de la siesta de rigor me dirijo hacia la sala Russafa. Es mi primer VLC NEGRA y estoy nervioso.

—Como si fuera el primer festival de novela negra al que acudes. ¿cuántos llevamos ya?

—Llevo, tío, llevo. Recuerda que, aunque a veces te llamen Pepito Grillo, tú no existes, eres un puto invento de los psiquiatras para justificar sus tarifas. Y ahora déjame en paz un rato que tengo que atender al festival.

Comienza la cosa con las presentaciones de rigor a cargo de los directores Santiago Álvarez y Jordi Llobregat. A continuación, Teresa Domínguez conduce la charla sobre violencia de genero en la que participan Pura Beltrán, Estefanía Navarrete y Susana Gisbert desde sus diferentes ópticas de forenses, policía y fiscal.

—Acabas de empezar a aburrir a las ovejas, Urbano. Has cambiado el registro de la reseña y de este modo ya hay gente que lo hace mucho mejor que tú.

—¡Cállate, coño! Habrá que poner un poco de seriedad en este sindiós de crónica, ¿no? Además, estás llamando ovejas a los tres o cuatro lectores que tiene este blog.

—Vale, me callo. De momento.



En la siguiente charla, Susana Rodríguez, Maribel Medina y Anna Hernández nos dejan sin aliento hablando de desapariciones y de sus novelas. Modera Eduardo Almiñana. Me encanta ver a estas tres mujeres hablando de cómo les gusta matar en sus novelas sin ningún prejuicio ni remordimiento.

En el descanso saludo a Susana Rodríguez que me da un abrazo de osa cariñosa y navarra. Maribel me da una abrazo de osita porque es más pequeña, pero me la imagino clavándome un puñal lentamente mientras me abraza, que a negra y mortal no le gana nadie.

—Tú deliras, tío.

—Y tú eres un envidioso. Anda, vete con el Freud que te inventó, o con Jung. Tenían mucho tiempo libre estos tíos.



Última charla de la tarde con entrega del premio Francisco González Ledesma incluida. Jordi Llobregat entrevista a Lorenzo Silva. ¿Qué decir del maestro?

—Pues que siempre es una delicia escucharle.

—Pues eso. Vaya, por una vez estamos de acuerdo.

—No te acostumbres.

—Ya.

Termina la jornada con firma de libros. Charlo con David Llorente y Salva Alemany. Y, cómo no, me echo unas risas con Mónica Cillán y Charo González Herrera que, a este paso, se va a convertir en la Willy Fog de los festivales negros.

Me despido de mis amigos y me marcho a cenar.

—De grandes cenas están las sepulturas llenas.

—Vale, Sancho Panza, te creo, pero me gusta el peligro.

—Tú verás…

Ya en el tren de regreso, un tipo habla a gritos por teléfono. Me entero, yo y todo el vagón, de que habla con un amigo enfermo «de algo feo» y de que cumple cincuenta y cinco, «por el culo te la hinco», dice el palurdo. Me dan ganas de estrangularlo.

—No te hagas el duro, tú no matas una mosca.

—Y tú no tienes ni puta idea de lo que soy capaz de hacer con alguien que me crispa hasta lo indecible.

Llego al pueblo y me prometo que volveré al VLC NEGRA.

Volveré, aunque tenga que matar a alguien en el tren.