viernes, 23 de agosto de 2019

Cubelles Noir 2019. Crónica del jueves, 22 de agosto.

Después de más de cuatro horas de viaje entro en Cubelles. Como cada año, la chimenea de la Térmica me saluda. Ahí está ella, viendo pasar festivales.

—No me jodas… ¿Te estás poniendo melancólico?

—¡Hombre, mira quién está por aquí: mi Yo Crítico! Te echaba de menos, tocapelotas.

—Llámame Pepito Grillo, o Conciencia, como todo el mundo hace con la suya.

—Te llamaré Grillo, lo de conciencia suena a cura preconciliar con  mucha sotana.

Pongo al grillo en standby y me dirijo al Centro Social para escuchar la charla «Psicopatología y estigma en el noir», a cargo de José Ramón Gómez Cabezas. Nos habla sobre los estereotipos del psicópata, enfermedad mental, culpabilidad, responsabilidad y juicio moral. Nos pasamos un ratico muy bueno con este comecocos manchego.

—Psicólogo, se dice psicólogo.

—Pues eso.

—Como sigas con ese tono nos va a diagnosticar algo.

—Me compraré su libro para rebajar el tratamiento.


La siguiente mesa la componen Pere Cardona, José Luis Caballero, José Ramón Gómez Cabezas y Ramon Valls, moderados por Fernando Martínez Laínez. Nos cuentan la verdadera historia del soldado Ryan y la importancia de la inteligencia militar o la ausencia de ella en la Segunda Guerra Mundial. Con estos tipos al lado no necesitas Google, lo saben todo.


Acto seguido, David Marín, Francesc Planas, Maria Rosa Nogué e Irene Solanich, moderados por el librero más importante del noir, Miguel Àngel Díaz, hablan de sus novelas y debaten sobre La novela negra en catalán, antes y ahora. Brujas, anarquistas catalanes, segundas muertes y el futbol es así. Se quejan de falta de crítica seria en los medios y de exceso de publicaciones.


Termina la jornada con la inauguración oficial del festival con unas palabras del comisario Xavier Borrell, de la concejala de cultura Esther Solé y de la alcaldesa Rosa Fonoll. Brindamos con cava, como está mandado en esta tierra.


—¿Y aquí cuando se cena, oiga?

—Tú siempre pensando en lo mismo.

—A mi edad, el estómago es lo único que todavía no me deja en ridículo. ¿Te vienes a cenar o te pongo en stanby?

Y nos vamos.

Y cenamos.

Mañana más.