viernes, 4 de octubre de 2019

Granada Noir 2019. Crónica del jueves, 3 de octubre.

Todos los festivales negros tienen sus beneficios colaterales y en el Granada Noir los hay en abundancia. Como el año pasado me quedé con ganas de más Albaicín, esta mañana me he dado un lento y ensimismado paseo por sus callejuelas llenas de macetas no sin antes darme un garbeo por el Paseo de los Tristes. Esto me lleva a que eso de que los poetas paseen lánguidamente entre macetas y paredes encaladas mientras les invade la tierna melancolía y se pongan a componer ripios como locos, me parece muy bien y tal, pero a mí, qué queréis que os diga, a mí, con estas cosas, lo que me entran son unas ganas tremendas de comerme una docena de torreznos, por eso he salido corriendo de semejante laberinto. Un minuto más por allí dentro, melancoliqueando, y me como a un guiri crudo y sin pelar ni nada. El binomio languidez-torrezno no está lo suficientemente estudiado, pero creo que ahí hay tema.


Después de la siesta acudo a esa maravilla que es el Cuarto Real de Santo Domingo para escuchar a Margarita Buet, presidenta de la Alianza Francesa de Granada que, presentada por Juan Manuel Cid, nos habla de los sustratos comunes de Tánger y Granada y las transferencias a todos los niveles, incluido el literario, entre las dos ciudades.


Sin apenas tiempo para estirar las piernas comienza el siguiente encuentro, titulado «Andalucía como escenario del noir contemporáneo», compuesto por Jerónimo Andreu y Javier Valenzuela que, presentados por Quico Chirino, nos hablan de sus novelas. Durante la charla, todos resaltan el enorme potencial para la novela negra que hay en esa franja de territorio que va de Málaga a Tánger.


Sillas calientes: unos se levantan y otros se sientan. Los que se sientan son Maribel Medina, con «Sangre entre la hierba» y Jordi Llobregat con «No hay luz bajo la nieve». Los presenta Mónica Martínez Leyva. Las dos novelas tienen en común que las protagonistas son mujeres. Se oyen frases como, «…el futuro será feminista o no será», o «…aunque lo parezca, la novela negra no ha tocado techo todavía».


Termina la jornada con la cena homenaje al 50 aniversario de la publicación de «El Padrino». Desparrame total: Actores hablando en italiano macarrónico, cantante mujer-fatal interpretando las canciones de la película y una cena a base de tapas con alusiones a esta obra maestra del cine negro, todo ello orquestado y dirigido por el capo Jesús Lens.


Por cierto, ¿en «El padrino» sirven torreznos en alguna comida? ¿No? Eso tienes que mejorarlo, Coppola.

No se puede terminar el día de una forma mejor.

Mañana más. 

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