Cada vez que vengo a Pamplona me tomo un café en el Iruña. O varios. No es por todo ese rollo de Hemingway, no soy nada mitómano, sino porque cada vez me resultan más atractivos los cafés antiguos. Será la edad, así no desentono con el mobiliario. Un vetusto haciendo juego con la vetustez. Lo cierto es que siempre me han gustado los bares de todo tipo. Son fuente de inspiración. Me gusta llegar, colocarme en un sitio clave y sacar la antena par ver si pillo algo. Nada original, imagino. Echo un vistazo alrededor observando a los parroquianos y solo veo notas discordantes. En este cafetín sólo deberia de haber abuelos con txapela o sombrero y bastón y señoras mayores enjoyadas tomando pastas con infusiones de hierbaluisa. En lugar de eso hay una mezcolanza de guiris, ejecutivos con auriculares dando órdenes al teléfono, jovencitas desocupadas retuiteando con frenesí, un par de abuelas arriconadas en el fondo del local y hasta uno de Almansa que escribe estas líneas y es el que faltaba para completar el cuadro.
Sigo orientando la antena, pero no capto nada interesante hasta que, de pronto, entre el ruido del vaporizador de la cafetera, escucho la madre de todas las frases:
—Yo lo que quiero es encontrar a un tío que me haga reír, pero no hay manera.
Me vuelvo y me quedo con las ganas de contestar a la chica que le habla al teléfono:
—Debes estar ciega o eres muy exquisita con el humor, porque los tíos llevamos haciendo el payaso durante milenios.
Fuera del Iruña llueve.
Ya por la tarde, entro en la sala con el tiempo justo, pero el grupo habitual de escritores navarros ya me ha guardado una butaca entre ellos. No pueden ser más majos.
A las 18:00 horas en punto, salen al escenario Ibon Martín, Miguel Aguerralde y Santiago Díaz Cortés, que conducidos por Katrin Pereda nos presentan la mesa «Sed de venganza». ¿Qué fue primero, el huevo o la gallina? ¿Qué se construye primero en una novela el motivo o el vengador? Sin motivo no hay vengador, aunque casi siempre se van perfilando al mismo tiempo.
En algún momento de la charla se oye la frase, «…la venganza y la justicia parten de un mismo principio: que alguien pague por la maldad que ha cometido»
A continuación, la implacable domesticadora del tiempo Susana Rodríguez, nos presenta «Diálogo USA: Cómo escribir la mejor novela de 2018». Uno es de Oklahoma City, el otro de Barcelona, afincado en Pamplona; uno ha escrito «Carreteras de otoño», el otro «Justo»; uno se llama Lou Berney, el otro Carlos Bassas del Rey; el primero ha ganado el premio Hammett 2018, el segundo también y los dos son unos grandísimos escritores.
«No nos volvamos locos, solo escribimos libros», nos dice el bendito chiflado de Bassas, citando a Carlos Zanón.
Después cine negro: «L.A. Confidencial» (1997) de Curtis Hanson
«Bud, necesito de sus terribles servicios en el Motel Victory», le dice el Capitán Dudley Smith (James Cromwell) a Bud White (Russell Crowe).
Para terminar y como siempre pincho pote en el Cubo pero con sorpresa, porque resulta que, tal día como hoy, se cumplen cien años del establecimiento de la ley seca en Estados Unidos, por lo que un barman, vestido de esa época, nos explica mientras lo prepara, la historia del coctel Long Island Iced Tea.
Nos lo bebemos, claro.
Finalizamos cenando, como es costumbre, en La Antigua Farmacia.
Me marcho pronto a dormir porque mañana nos espera un día muy apretado.
Mañana más.
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