—No me hables tan alto, Discúter. ¡Bufff…, menudo dolor de antena parietal!
—A quién se le ocurre, jefe, beberse cinco brebajes terrícolas de esos que preparan en el Tritón, gintónics creo que se llaman.
—¡La madre que los parió!, como dicen por aquí, pero es que están buenos, los jodíos…, y te ponen tan a gusto… A mi se me ponen tiesas todas las antenas.
—Ya, pero luego viene lo que en terrícola se llama resaca, que es lo que usted tiene ahora.
—Vale, vale, Discúter, no me sermonees. ¿Qué tenemos para hoy?
—Hoy es el día grande del festival, jefe, tenemos un programa muy apretado. Para empezar, ahora a las 11 horas empieza el «Taller infantil de comic de Juanfer Briones».
—¿Infantil, dices? ¡Lo que me faltaba: un montón de cachorros humanos gritando y dando por saco! Ve tú y me lo cuentas luego.
(…hora y media después…)
—¿Y ahora qué toca, Discúter?
—Más comic, jefe, pero esta vez para adultos. Ahora mismo está a punto de empezar «La violencia en el cómic» con Sara Soler y Álvaro Ortiz que están moderados por Cristina Hombrados y Javier Marquina.
—Mira, Discuter, atiende tú. Yo voy a entrar en modo siestación indefinida, a ver si se me pasa la resaca. Cuando termine la charla me despiertas y me lo cuentas.
(…una hora después…)
—… y Sara Soler muestra la violencia en sus cómics mediante metáforas poéticas. Luego, Álvaro Ortiz ha contado, entre otras cosas, que su cómic va de un señor que se muere y se lo comen sus gatetes. Javier Marquina ha dicho que para él, la violencia en el cómic es como un catarsis, que en los tebeos la violencia se acepta mucho mejor que el tabú del sexo. También se ha hablado de tolerancia, indignados y censura. Se ha perdido una gran charla, jefe.
—Como si la hubiera oido, Discúter. Me la has contado muy bien. ¿Cual es la siguiente mesa?
—Hasta la tarde no hay nada más, jefe.
—Pues me voy a descansar a la nave que estoy hecho unos porros.
—«Unos zorros», jefe, «hecho unos zorros», tiene usted el módulo traductor hecho una mierda.
—Lo que tú digas, Discúter, que no tengo el cuerpo para chotas.
—Será para «jotas», jefe.
—¡Que te den, Dispúter! Me voy a dormir la siesta de aquel que se somete gregaria o dócilmente a la voluntad ajena.
—Borreg…, ¡bufff! ¡Vaya tela con su traductor!
(…unas horas después…)
—¿Y si abducimos a Susana Rodríguez, jefe? A lo mejor es más fácil que a Ricardo Bosque, y también dirige un festival de mucho caché, el Pamplona Negra.
—Susana Rodríguez tiene protuberancias frontales, es mujer, que yo me fijo mucho, no sé por qué, en esas cosas frontales.
—¿Y qué pasa con eso, jefe?
—Pues que el transfundidor de cultura terrícola me ha contado que las hembras humanas son muy complejas y dadas a liarla parda. Si abducimos a esta, antes de que nos demos cuenta nos pone la nave patas arriba y se pone a dar órdenes.
—Tiene razón, jefe, se me ponen las antenas de punta nada mas de pensarlo, pero no crea, los machos humanos son muy brutos. No sé yo qué será mejor…
—Nada, nada. para obligarle a que se esté quieto y no maree durante la travesía, prefiero mil veces a un bruto. Mira, Discúter: a un bruto le enseñas un martillo y entiende el mensaje, una compleja le pone un lazo lila al martillo y te convence para que te lo metas por el culo. Pasemos a otra cosa, ¿qué tenemos esta tarde?
—Tres mesas y una actividad para niños.
—Pues te vas tú solo al CIN Subterránea y me lo cuentas luego. Yo me quedo en la nave, que no se me va la puta resaca.
—Se me está escaqueando, jefe.
—No lo dudes. Es un truco que he aprendido de los jefes terrícolas, que para eso son jefes, dicen. Joder, ¿cómo no se me había ocurrido antes?
—Se lo resumo, jefe: a las 17.30, en el CIN Subterránea ha habido un careo entre Inés Plana y María Frisa, las ha interrogado la optometrista Rita Piedrafita.
—¿Una optometrista interrogando?
—Es que además es una bloguera del copón, jefe.
—Ah, bueno. Vale, sigue.
—De todo lo mucho que han hablado, me quedo con tres frases: «Escribo por instinto, cabalgo libremente sobre mi historia» (Inés Plana). «La primera novela negra española la escribió una mujer: Emilia Pardo Bazán» (María Frisa). «Tu novela duele, María, pero engancha» (Rita Piedrafita)
—¿Qué más?
—¿Qué más?
—A continuación, Carlos Quílez, Susana Martín Gijón y Graziella Moreno, moderados por Susana Rodríguez Lezaun, han hablado de violencia machista y otras realidades sociales. Le resumo la charla con algunas frases: Látigo Moderator ha dicho…
—¿Quién?
—Látigo Moderator, pronunciado «Látigo Modereitor», es Susana Rodríguez, jefe. Lo ha dicho ella misma, que yo no me invento nada. Bueno, pues ha dicho que, «el disparo a la línea de flotación del machismo tiene que venir de parte de la educación». Graciella Moreno, como es jueza, tiene material suficiente con su actividad profesional. «Yo no necesito inventarme nada en mis novelas», ha dicho entre otras cosas. Algo parecido ha contado el periodista Carlos Quílez: «Es tal la cantidad de aristas que tiene la realidad, que no es necesario fabular mucho para construir un relato». Por último, Susana Martín Gijón ha dicho que, «toda la sociedad es culpable del machismo que nos rodea».
—Por lo que veo, estos terrícolas son muy chungos, Discúter.
—En toda la galaxia cuecen habas, jefe. Sigo contándole: la última charla del festival ha sido un poco confusa, he tenido que ver dos veces la grabación para enterarme de este follón. A ver si se lo consigo explicar: a las 19:30, ha comenzado la charla «Canfranc, realidad y ficción» y de pronto ha irrumpido en la sala un señor gritando y buscando a una tal Lola. Luego, han aparecido Lola y un señor alemán de las SS que los perseguía. Después de mis averiguaciones, resulta que estos tres pájaros son de un grupo de teatro llamado «El Club de las Charradas» y estaban escenificando un suceso que ocurrió en la vecina estación de Canfranc y del cual trataba la charla que han interrumpido. Finalizada la representación, Txemi Parra, con su novela «Funeraria de Brooklyn busca muerto», Rosario Raro, con «Volver a Canfranc»y el periodista de investigación, Ramón J. Campo, moderados por nuestro objetivo y director del festival, Ricardo Bosque y Antonio Lecuona, han continuado la charla como si tal cosa.
—¿Y qué tienen que ver todos estos tipos con Canfranc?
—Las novelas de Txemi y Rosario están conectadas con la historia de la estación internacional y Ramón ha investigado durante muchos años aquella época de la Segunda Guerra Mundial en la que la estación era un sin Dios de espías y otros especímenes. Decenas de historias que convergen en las 154 toneladas de oro que pasaron por esa estación en aquella época.
—Ha debido ser interesante.
—Mucho, jefe. Este festival mejora cada año. ¡Menudo ambientazo había en el CIN Subterránea! Y se lo ha perdido. Su tendencia a la vagancia le impide culturizarse.
—Quita, quita, que ya estoy muy mayor para tanta cultura. ¿Pero tu sabes el tiempo que llevo yo sonando bronco, desapacible y confuso por toda la galaxia?
—¿«Zurriendo»?
—Eso. ¿Y mañana?
—Eso. ¿Y mañana?
—Poca cosa, jefe, el festival prácticamente ha terminado. Mañana hay un juego familiar en la biblioteca, «El Asesino del Ajedrez», con El Club de las Charradas.
—¿Damos un paseo por la plaza del pueblo, Discúter? Me invade la melancolía de las despedidas…
—Claro, jefe, pero ajústese mejor el transformador de apariencia, se le ve la antena de conexión sexual y vamos a tener un lío.
—¡Hostia! Espera…, dame el martillo, que esto lo arreglo yo en un brevísimo espacio de tiempo.
—«Periquete», jefe. Tenga cuidado con esos métodos terrícolas. Como se le escacharre la apariencia humana vamos a montar un número que pa qué.
—¿Ves? Unos cuantos trastazos y ya está oculta mi antenita de conexión sexual. Bueno, Discúter, el festival ha terminado y nosotros sin vender un utensilio compuesto por un haz de ramas flexibles u otro material…
—Una «escoba», jefe, una «escoba».
—Eso, y me temo que nos tenemos que marchar sin abducir a Ricardo Bosque.
—Pues usted verá, jefe, no podemos volver otra vez ante nuestro cliente con las manos vacías.
—¿Y si nos ponemos en estado de hibernación hasta el año que viene?
—¿Hibernación? ¡Pero si dentro de nada llega el buen tiempo a esta zona. Ya no habrá polvo blanco, de ese tan frío, las terrícolas comienzan a quitarse ropa y a resaltar las protuberancias frontales…
—¡Calla, Discúter, no seas pervertido! ¡Somos especies diferentes! ¡Eso que estás pensando sería bestialismo! Anda, tira derechito para el módulo de hibernación.
—De acuerdo, jefe. ¿Lo programo hasta el año que viene por estas fechas?
—Un poco antes, no sea que se adelante y nos perdamos algo del Villanoir 2021.
—¿Listo, jefe?
—Listo soy un rato, ¿qué pasa con eso?
—Digo que si está preparado, jefe.
—Soy listo y estoy preparado. Hasta el año terrícola que viene, Discúter.
—Hasta el año que viene, jefe.
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