Barcelona, 1843.
Una Barcelona super poblada.
Una Barcelona insalubre.
Oscura.
Una Barcelona constreñida por sus murallas.
Oprimida por los poderosos.
Asfixiada por el humo de las fábricas.
Esclavizada por los amos del dinero.
Enferma por la corrupción.
Ahí, en los callejones opresivos de esa Barcelona negra, acontece una historia de crimen y venganza.
Ahí, bajo la contaminación producida por las chimeneas de los talleres, ocurre la maravilla de «Cielos de plomo».
Primero fue el juvenil Aki en el Japón de 1600.
Después llegó la serie del inspector Herodoto Corominas.
Con «Justo» cambió de tercio y nos regaló una historia de venganza justiciera.
Luego, llegaron el dolor, el vacío, la rabia y el miedo de «Soledad».
Y ahora, nos deja bajo la niebla histórica de estos «Cielos de plomo».
Lo que demuestra que Carlos Bassas del Rey es capaz de escribir bien lo que le dé la gana.
Cualquier cosa.
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