Desde la casa de la abuela hasta el piso de Pamplona.
Es una familia normal (si es que eso existe).
La madre viaja en el asiento del copiloto.
Y se duerme.
Al cabo de unas horas despierta.
Está sola en el coche.
Llueve y hace frío.
Han desaparecido todos.
«Como un puño se esfuma cuando se abre la mano».
O algo así, que dijo el clásico.
El padre, los niños.
Hasta la abuela.
Todos menos ella
La madre.
Y luego llega el inspector Vázquez.
Que tiene que resolver este marrón.
Que ya tiene bastante con lo suyo.
Porque su mujer también ha desaparecido.
Y arranca la investigación.
Y crece el ritmo.
Y la intensidad.
Porque las dos tramas son complejas.
Y los personajes están construidos desde la empatía.
Con estilo sobrio.
Simple.
Exquisito.
Ave, Susana.
Los que leen novela negra te saludan.
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